Vivimos en un mundo cada vez más competitivo y acelerado donde la compasión se convierte en un oasis. A través de esta, podemos conectar con nosotros mismos y con otros de una manera más significativa y profunda. Sin embargo, cultivar la capacidad de ser compasivos no siempre en sencillo, sobre todo cuando nos enfrentamos al dolor ajeno y a la autocrítica.
Por todo esto, hoy vamos a hablar sobre la compasión, algunos obstáculos que podemos enfrentarnos y formas de cultivarla efectivamente para fortalecer nuestro bienestar y construir relaciones positivas.

¿Qué es la compasión?
La compasión en un valor y una capacidad que consiste en conmoverse, sentir y comprender el sufrimiento de otros y buscar ayudar a aliviarlo. Esta emoción promueve la simpatía y la empatía, pero llevándolo mucho más allá. Puesto que, además de presentarse el dolor a la situación del otro, también hay un componente activo, que es el que impulsa a actuar.
En este sentido, se puede ser compasivos con otros, pero también debemos serlo con nosotros mismos, a través de la autocompasión.
Sin embargo, no debe confundirse compasión con sentir pena, sino todo lo contrario, significa amar y respetar a cada uno, incluidos nosotros mismos. Y qué mejor mes para hablar de este tema que febrero, cuando celebramos el día de la amistad y el amor.
Beneficios de ser compasivos
- Fortalece las relaciones, promoviendo vínculos más profundos, saludables y significativos con los demás, así como con nosotros mismos.
- Mejora el bienestar emocional, ayudando a prevenir y reducir la ansiedad, el estrés y la depresión.
- Fomenta sentimientos de paz y armonía, puesto que estás contribuyendo a generar oportunidades más justas y relaciones compasivas.
- Promueve mejores estados de salud, tanto mentales como físicos.
Primero debemos ser compasivos con nosotros mismos
Antes de ser compasivos con otros, deberíamos comenzar por nosotros mismos. Si te has planteado cultivar la autocompasión, no hay mejor momento para empezar que el ahora, en el llamado mes del amor.
En este sentido, la autocompasión es la capacidad que desarrollamos y ponemos en práctica para tratarnos con amabilidad y compasión. Esto sin importar el momento o la circunstancia, ya sea cuando nos enfrentamos a dificultades o comentemos errores.
La compasión hacia nosotros mismos no significa negar nuestros errores, más bien consiste en reconocerlos desde un punto compasivo para aprender de ellos, crecer y superarlos.
Principales obstáculos de la autocompasión
Los principales obstáculos para ser compasivos con nosotros vienen, precisamente, de nosotros mismos. Esto quiere decir que debes hacerles frente y superarlos para poder cultivar compasión. Algunos de estos son:
- Crítica interna, que es esa voz negativa que puede aparecer en nuestra cabeza y que, reiteradamente, nos dice que no somos lo suficientemente buenos.
- Autojuicio. Solemos ser más duros al criticarnos por defectos o errores, hasta caer en la tendencia de hacerlo constantemente.
- Rumiación, que consiste en pensar una y otra vez, dándoles vueltas sin parar a un error o al momento en el que las cosas no salieron como queríamos.
Estrategias para cultivar tu autocompasión
Sabiendo que eres tu mayor obstáculo para ser compasivo contigo mismo, tienes el primer paso para combatirlo y cultivar la compasión. Algunas estrategias que puedes aplicar son:
- Perdónate, comienza por aceptar que todos podemos cometer errores y que no somos perfectos.
- Medita, puesto que practicar la meditación de forma regular puede ayudarte a generar una atención plena hacia ti y desarrollar la compasión.
- Atención plena, esta consiste en prestar atención a tu presente sin caer en juicios. No dejes que los errores del pasado te impidan concentrarte en tu «yo» del presente; dedícate a observar tus emociones y pensamientos siendo compasivo.
- Recurre al diálogo interno positivo, reconoce tus errores sin caer en la rumiación y la crítica interna. En cambio, usa el diálogo interno amable y compresivo.
Compasión hacia otros, cultiva el bien con tus acciones
La compasión hacia los demás implica el reconocimiento del sufrimiento de otros y el impulso de ayudarlos. Esta beneficia a los demás, pero también a quien la práctica y es una combinación entre empatía y motivación.
Cuando somos compasivos nos sentimos más felices y aportamos a nuestro bienestar de forma indirecta. Además, generamos relaciones más saludables y duraderas con otros, e incluso podemos marcar la diferencia en la vida de los demás de manera positiva.
En este sentido, para cultivar la compasión hacia los demás, puedes aplicar algunas estrategias en tu vida diaria.
- Escucha de forma activa: Cuando estés dispuesto a prestar ayuda a otros, debes prestar atención a ellos sin juzgarlos. Escúchalos y bríndales un espacio seguro y confortable, con actitud abierta y receptiva.
- Ofrece ayuda desinteresada: Aunque ser compasivo genera beneficios para quien lo es, no debes ofrecer tu ayuda a los demás para obtener algo a cambio. Parte de la compasión es dar sin esperar nada.
- Recurre a la comunicación no violenta: Si estás dando tu punto de vista o quieres expresar tus emociones y necesidades, hazlo de manera respetuosa y clara. Respetar lo que piensa y sienten los demás, sin atacar o culpar, es parte de ser compasivo.
- Práctica la bondad: A través de pequeños actos diarios, por ejemplo, ayudar a una vecina o sonreír y saludar a un desconocido.
La compasión es una fuerza poderosa que puede transformar nuestras vidas y las de los demás. Si cultivamos el ser compasivos, estamos aportando a la construcción de un mundo más compresivo, amable y humano. Recuerda que esta es una habilidad que debemos desarrollar y que no hacen falta grandes acciones, sino pequeños aportes diarios para que tus relaciones, tu entorno y tu bienestar comiencen a transformarse.