¿Alguna vez te has preguntado por qué subimos de peso en EE. UU. aunque comamos igual?
No estás sola. Esta es una de las preguntas más comunes entre mujeres latinas que han emigrado y sienten que su cuerpo ya no responde como antes. Muchas veces no cambiamos nuestras costumbres alimenticias de forma consciente, pero aun así, el cuerpo empieza a cambiar. La ropa aprieta, la energía baja, y nos preguntamos qué está pasando.
Te comparto algo personal: cuando me mudé a Estados Unidos tenía solo 16 años. Hasta ese momento, llevaba una vida muy activa. En mi país era bailarina y montaba bicicleta por lo menos media hora todos los días. No era algo planeado como ejercicio, era simplemente parte de mi rutina: bailar, moverme, disfrutar. Además, nunca había sido expuesta a la comida chatarra ni a los hábitos alimenticios tan comunes aquí. Comía comida casera todos los días: arroz, habichuelas, carnes, vegetales y frutas frescas.
Pero al llegar a la high school, todo cambió. Aunque en casa seguía comiendo comida típica de mi país, como arroz, habichuelas y vegetales, mis nuevas amistades salían a comer a McDonald’s, Taco Bell y otras cadenas de comida rápida. Para mí era una novedad, y sin darme cuenta, empecé a incluir ese tipo de comidas varias veces por semana. Sentía que comía “igual”, porque aún cocinaba en casa, pero la verdad es que esos nuevos hábitos estaban afectando mi cuerpo.
¿El resultado? Subí de peso rápidamente y, para mi sorpresa, también aumentó mi colesterol. Fue un cambio físico y emocional que no entendía del todo.
A los 18 años tomé una decisión: limpiar mi dieta, volver a lo natural y cuidar de mí. Desde entonces, he podido mantener mi peso de forma más estable. Hoy comprendo muy bien por qué subimos de peso en EE. UU. aunque comamos igual: no es solo lo que comemos, sino todo lo que nos rodea el estilo de vida, la comida ultra procesada, el estrés, y la falta de movimiento diario.
En este artículo te cuento cuáles son esos factores que impactan silenciosamente tu cuerpo y qué puedes hacer para recuperar tu salud sin culpas ni restricciones extremas. Porque sí, subimos de peso en EE. UU. aunque comamos igual

Lo Que Realmente Cambia al Vivir en EE. UU.
Después de vivir esta experiencia en carne propia, comprendí que subir de peso no siempre se trata de comer más, sino de todo lo que cambia en nuestro entorno al mudarnos a Estados Unidos. Aunque sintamos que seguimos comiendo igual, factores como la calidad de los ingredientes, la presencia constante de comida rápida, el ritmo de vida acelerado y los hábitos diarios impactan directamente en cómo responde nuestro cuerpo.
Aquí empieza el verdadero análisis: ¿qué elementos nos afectan silenciosamente y cómo podemos adaptarnos sin dejar de cuidar de nosotras mismas?
La Comida en EE. UU. Es Más Procesada (Aunque No Lo Parezca)
Puede que estés comprando pan, leche, yogur o cereales similares a los que comías en tu país. Pero la verdad es que la composición de los alimentos en EE. UU. suele ser muy distinta.
Muchos productos contienen azúcares añadidos, jarabe de maíz de alta fructosa, aceites refinados, saborizantes artificiales y conservantes que no están presentes en los mismos productos en otros países.
Por ejemplo:
- Un pan “integral” en EE. UU. puede tener más de 15 ingredientes, mientras que en tu país solo llevaba 4 o 5.
- El yogur de frutas aquí suele contener más azúcar que un postre.
- Los aderezos, salsas y jugos comerciales están cargados de ingredientes que alteran tu metabolismo y aumentan el apetito.
Y lo peor es que todo esto se consume a diario, muchas veces sin darte cuenta.
Los alimentos ultra procesados no solo aportan calorías vacías, sino que también afectan tu microbiota intestinal, tus hormonas del hambre y tu energía. Por eso, aunque comas “igual”, tu cuerpo no lo procesa igual.
Porciones Más Grandes y Cultura de Exceso
En Estados Unidos, todo parece ser más grande: los platos en los restaurantes, los tamaños familiares en los supermercados, las bebidas, los snacks…
Es muy común ver promociones como: “Por solo un dólar más, agranda tu combo”, o recibir raciones dobles de comida sin pedirlo.
Y aunque tú no lo notes, tu cuerpo sí. Comer más cantidad de lo necesario, aunque sea de comida “normal”, termina acumulándose poco a poco.
Además, el mensaje cultural que se transmite es que siempre debes comer más, aprovechar la oferta, llenar el plato. Esto va en contra de nuestras costumbres latinas, donde muchas veces comíamos más moderadamente o con platos más balanceados.
Estilo de Vida Más Sedentario
Otro cambio que muchas mujeres notan después de mudarse a EE. UU. es la falta de movimiento en el día a día.
- Ya no caminamos tanto porque usamos el carro para todo.
- El trabajo (o la vida diaria) es más sedentaria, especialmente si trabajas desde casa o estás al cuidado del hogar.
- Todo está diseñado para la comodidad: escaleras eléctricas, entregas a domicilio, incluso ir al buzón del correo a veces es un paseo en carro.
Este estilo de vida disminuye el gasto energético diario y contribuye al aumento de peso, incluso si haces ejercicio de vez en cuando.
Recuerda: no solo cuenta la hora de gimnasio, sino el movimiento a lo largo del día.
Más Estrés, Menos Sueño = Más Grasa Corporal
La vida en EE. UU. puede ser muy demandante: trabajo, hijos, deudas, trámites, soledad… Todo esto se traduce en más estrés.
Y el estrés no solo te agota mentalmente, también afecta tu cuerpo físicamente.
Cuando estás estresada, tu cuerpo libera cortisol, una hormona que en exceso:
- Aumenta el apetito, especialmente por azúcar o harinas.
- Favorece la acumulación de grasa en el abdomen.
- Disminuye el sueño profundo y reparador.
Si además no estás durmiendo bien (muy común entre mamás latinas), tus hormonas del hambre se desajustan. La grelina (que da hambre) sube, y la leptina (que da saciedad) baja.
¿El resultado? Comes más, sin darte cuenta, y tu cuerpo guarda más grasa como defensa ante tanto estrés.
Por Qué Subimos de Peso en EE. UU. Aunque Comamos Igual y Qué Puedes Hacer
La buena noticia es que sí puedes tomar el control y mejorar tu salud, sin necesidad de seguir dietas extremas ni reglas imposibles.
Aquí van algunas ideas prácticas:
- Vuelve a lo simple: elige alimentos reales, frescos, sin tantos empaques ni ingredientes que no puedes pronunciar.
- Lee etiquetas: si un producto tiene más de 10 ingredientes o muchos químicos, es mejor dejarlo.
- Cocina más en casa: aunque sea simple, una comida casera suele ser más saludable que cualquier opción empacada.
- Muévete todos los días: no solo ejercicio, también caminar, bailar, estirarte, jugar con tus hijos.
- Duerme lo mejor que puedas: establece rutinas que te ayuden a descansar mejor.
- Respira y baja el ritmo: no todo tiene que hacerse hoy. Prioriza tu bienestar y reduce el estrés donde puedas.
Subir de peso después de mudarte a EE. UU. no significa que hiciste algo mal. Estás viviendo en un entorno muy distinto, con costumbres, alimentos y ritmos que influyen directamente en tu cuerpo y tus hábitos, aunque no siempre lo notes.
Entender por qué subimos de peso en EE. UU. aunque comamos igual nos permite ver el panorama completo. No es solo lo que comemos, sino cómo vivimos, cuánto nos movemos, cómo manejamos el estrés, y la calidad de lo que ponemos en nuestro plato. Esta comprensión es clave para dejar de culparnos y empezar a cuidarnos desde un lugar más compasivo.
A muchas nos ha pasado lo mismo: llegamos con un estilo de vida más activo, una alimentación casera, y poco a poco adoptamos hábitos nuevos que, sin darnos cuenta, nos alejan de nuestro bienestar. Por eso, reconocer por qué subimos de peso en EE. UU. aunque comamos igual nos da el poder de hacer ajustes pequeños pero significativos.
Lo importante es que no tienes que hacerlo todo perfecto. Con intención, paciencia y pequeños pasos, puedes volver a sentirte bien en tu cuerpo. Y si alguna vez te preguntas otra vez por qué subimos de peso en EE. UU. aunque comamos igual, recuerda que ahora tienes las herramientas y la conciencia para tomar decisiones más alineadas contigo.
Tu cuerpo no está roto. Solo necesita apoyo, calma y alimentos que lo nutran de verdad.